Casa Ludo
La vivienda se erige como una afirmación del racionalismo contemporáneo, articulada mediante una estricta ortogonalidad y una clara expresión de los sistemas estructurales.
El volumen inferior, conformado casi completamente por superficies vidriadas, se diluye en el paisaje. Esta transparencia extrema permite una integración visual total con el entorno natural, difuminando los límites entre interior y exterior.
El volumen superior, aparentemente flotante, se separa del suelo con una liviandad casi poética. Esta separación puede interpretarse como una metáfora del "desapego", donde el habitar se vuelve contemplativo.
El acero negro expuesto y el vidrio templado hablan de una sinceridad material: nada se oculta, todo se muestra tal cual es. Esta transparencia constructiva, además de ser estética, es ética: la arquitectura como acto honesto. La estructura es el ornamento.
La planta baja, permeable y abierta, está concebida para la vida social, para la relación fluida con el entorno. La planta superior, más cerrada y definida, acoge las funciones privadas.
Esta casa representa un manifiesto del pensamiento moderno tardío con sensibilidad contemporánea: un equilibrio entre razón estructural, transparencia ética, y contemplación existencial. La arquitectura no como refugio solamente, sino como lugar de revelación, donde el habitar se convierte en acto filosófico.