Casa Dos
Esta casa emerge del paisaje como una afirmación silenciosa de equilibrio entre lo humano y lo natural.
Su arquitectura de líneas limpias y horizontales evoca una forma de pensamiento racional, casi meditativo.
La estructura, anclada en la tierra pero abierta al cielo, parece extenderse como una contemplación materializada: un refugio de claridad y propósito en medio del campo.
Esta no es solo una vivienda, sino una declaración de intenciones: vivir con atención, construir con respeto, habitar con dignidad.
Desde un enfoque técnico, la casa demuestra una comprensión aguda del clima, la orientación solar y la integración paisajística. El uso de materiales locales o de apariencia terrosa contribuye a la inercia térmica, garantizando estabilidad en temperaturas extremas.
La presencia del muro celosía lateral evidencia un control pasivo de la radiación solar sin obstruir ventilación ni vistas. Esta casa, aunque de apariencia simple, revela una complejidad constructiva silenciosa, orientada a una arquitectura de bajo impacto, duradera y atenta.