Vivienda Doble
Esta vivienda emerge como una forma pura, cúbica y cristalina, entre las suaves ondulaciones de la arena, como si la racionalidad del pensamiento humano se hubiera posado delicadamente sobre la naturaleza silvestre.
Su arquitectura, de líneas limpias y materiales principalmente de vidrio, madera y acero, no intenta camuflarse con el entorno, sino establecer un diálogo sincero con él.
Aquí, no se busca dominar el paisaje, sino contemplarlo, habitarlo con respeto y lucidez.
El volumen elevado sobre el terreno sugiere una suspensión, casi de levitación, como si la casa no quisiera herir la tierra que pisa.
En su estructura minimalista se percibe una cierta humildad: renuncia a ornamentos para expresar lo esencial. No grita su presencia, la susurra.
La playa, ese espacio entre lo sólido y lo líquido, refuerza la idea de frontera difusa: la casa, igual que el horizonte, se convierte en símbolo de transición y reflexión.
Las grandes superficies vidriadas funcionan como membranas translúcidas entre el interior y el exterior, recordándonos que no existe frontera definitiva entre lo humano y lo natural.
La transparencia se vuelve una declaración de habitar sin esconder, vivir mirando, reconociendo la vastedad del mar, el viento que esculpe las dunas, el paso del tiempo en el movimiento de las sombras.
