Vivienda Cuarzo
Esta casa se manifiesta como un manifiesto arquitectónico de la pureza geométrica y la contemplación silenciosa.
Elevada sobre el terreno como si desafiara la gravedad, su forma cúbica flota entre el cielo y la tierra, reconociendo ambos sin pertenecer por completo a ninguno.
Su estructura está compuesta por volúmenes rectangulares que evocan una estética de racionalidad y orden, pero su transparencia producto de sus muros de cristal la hace casi inmaterial, una idea habitada más que una edificación común.
La casa, al elevarse sobre pilotes y abrirse al paisaje, deja que el terreno respire, que el viento circule y que la luz penetre en su interior, haciendo del tiempo y no solo del espacio un componente esencial de su arquitectura.
Esta vivienda es un recordatorio de que la arquitectura puede ser también filosofía construida: un puente entre la materia y el pensamiento, entre el cuerpo que habita y la mente que contempla.
El entorno es clave: un paisaje sereno, de árboles altos y cielo amplio, que parece aceptar la presencia de esta estructura como si siempre hubiese estado allí. .
